sábado, marzo 20, 2021

El Holandés Errante

 



Una nave tropieza con una terrible tormenta, pero su capitán, enloquecido y sordo a las súplicas, rehúsa buscar refugio. Como castigo, es condenado a recorrer los mares durante toda la eternidad.

¿Cuál es el origen de la famosa leyenda del Holandés Errante?

La historia del Holandés Errante es una de las más famosas y quizá de las más antiguas leyendas del mar, ya que circula desde hace, por lo menos, 500 años. Pero posiblemente su origen se remonte a tiempos muy anteriores al nacimiento de Cristo.

Esencialmente, la historia es la siguiente: un maniático capitán holandés -por supuesto, el término «Holandés Errante» se refiere al capitán y no a su barco- desafía la ira de Dios y, como resultado, es condenado a navegar por los océanos eternamente, provocando la muerte de todos cuantos ven su nave espectral.

Esta historia ha sido elaborada por muchos escritores, pero constituye algo más que una ficción, una siniestra historia del mar para asustar a crédulos marineros de agua dulce en tabernas portuarias. Este barco fantasma ha sido avistado en numerosas ocasiones, las últimas en pleno siglo XX.

Muchas autoridades sostienen que la historia del Holandés Errante se originó a partir de un hecho real, aunque sobre este punto no hay acuerdo. El problema se complica aún más porque existen muchas versiones de la historia, en las que el capitán puede llamarse Vanderdecken, Van Demien, Van Sraaten o Van alguna otra cosa.

La versión más conocida de la historia del Holandés Errante habla de un tal capitán Vanderdecken, cuya nave fue atrapada en una terrible tormenta cuando doblaba el cabo de Buena Esperanza.

Los pasajeros, aterrorizados, rogaron a Vanderdecken que se refugiara en un puerto seguro o que, por lo menos, arriara velas a intentara capear el temporal, pero el enloquecido capitán se rió de sus súplicas y, atándose al timón, comenzó a cantar canciones sacrílegas.

Su único alimento sería hierro al rojo vivo, su única bebida la hiel, y su única compañía el grumete, a quien le crecerían cuernos en la cabeza y tendría las fauces de un tigre y la piel de una lija (lo cual parece muy injusto para el pobre grumete quien, hasta aquí, no había tenido ningún papel independiente en la historia y, presumiblemente, sentía tanto temor ante Vanderdecken como el resto de la tripulación).La figura se enfrentó con Vanderdecken y le dijo que, ya que disfrutaba con los sufrimientos ajenos, de ahora en adelante sería condenado a recorrer el océano eternamente, siempre en medio de una tempestad, y provocaría la muerte de todos aquellos que le vieran.

Sin embargo, con estas palabras la visión desapareció, y, con ella, todos los pasajeros y tripulantes. Vanderdecken y el grumete quedaron abandonados a su destino.

Ésta es la versión clásica de la historia del Holandés Errante. Puede ser que se base en hechos, pero no hay acuerdo acerca de cuáles pudieron ser esos mismos. Una versión afirma que la historia deriva de la saga escandinava de Stote, un vikingo que robó un anillo a los dioses y cuyo esqueleto, cubierto con un manto de fuego, fue hallado después sentado en el palo mayor de una nave negra y fantasmal.

Otros creen que la historia es más reciente y sugieren que se originó en las aventuras de Bartolomeu Dias (c. 1450-1500), navegante portugués que descubrió el cabo de Buena Esperanza en 1488 y cuyas proezas marítimas llegaron a parecer sobrehumanas, según la biografía que escribió sobre él Luis de Camoes.

Otros investigadores han desenterrado una dudosa historia acerca de los dos barcos mercantes holandeses del siglo XVI cuyas tripulaciones avistaron el fantasma de un bajel que se había perdido en el Pacífico; la historia del Holandés Errante derivaría de esto.

Otra teoría es que la historia se basa en la leyenda de un alemán llamado Von Felkenberg, que se jugó el alma a los dados con el Diablo y perdió. Una leyenda holandesa similar habla del capitán Van Straaten y también se cuenta una historia acerca de Bernard Fokke.

Fokke, capitán del Libera Nos, era famoso por la rapidez con que realizaba sus travesías. Quienes envidiaban su habilidad de navegante afirmaban que había establecido un pacto con el Diablo, algo que la extrema fealdad de Fokke y su mal carácter ayudaban a creer. Un día se embarcó en un viaje del que no retornó y se rumoreó que, finalmente, el Diablo había cobrado su recompensa.

No es improbable que la leyenda del Holandés Errante naciera como consecuencia de un hecho real, aunque, sin duda, éste habrá sido algo más prosaico que la venta de un alma al Diablo. Existen muchos casos de buques que fueron abandonados por error por su tripulación, en la creencia de que estaban a punto de zozobrar, y luego siguieron a flote durante días, semanas, meses a incluso años, siguiendo los caprichos del viento y las mareas.

El más famoso de esos barcos es el Mary Celeste, pero no es el único. Quizá una de las historias más notables sea la del clíper lanero Marlborough, que desapareció en 1890 mientras de Australia se dirigía a Inglaterra. Se dice que fue hallado 23 años después, frente a las costas de Chile.

Aunque la historia del Marlborough sea una exageración, resulta fácil imaginar su efecto en las mentes de marinos supersticiosos en aguas poco conocidas, cuando vieron al buque abandonado emerger súbitamente de la niebla.

La historia del Holandés Errante ha inspirado muchas obras de ficción. El poeta norteamericano Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882) escribió sobre este aspecto en The phantom ship (El buque fantasma), que figura en su libro Birds of passage (Aves de paso).

Edward Fitzball escribió un melodrama llamado El Holandés Errante, y el francés August Jal la versión más conocida de la historia en sus Scénes de la vie maritime (Escenas de la vida marítima). El poeta lírico alemán Heinrich Heine (1797-1856), inspirándose en el melodrama de Fitzball o en un cuento anónimo titulado Vanderdecken's message home (El mensaje de Vanderdecken) -que apareció en Blackwood's Edinburgh Magazine-, escribió sobre el buque fantasma en sus Memoiren des Herrn von Schnabelwopski (Memorias del señor Schnabelwopski).

Esto, a su vez, fue indudablemente lo que inspiró la ópera de Wagner "El buque fantasma", en la que Vanderdecken puede bajar a tierra una vez cada siete años, para encontrar a una mujer cuyo amor pueda redimirlo. Otros escritores que tocaron el tema fueron Frederick Marryat (El buque fantasma, 1839) y Walter Scott (Rokeby, 1813).


Pero muchas de las observaciones son difíciles -si no imposibles- de comprobar y, por lo tanto, deben ser descartadas como espejismos, alucinaciones o visiones debidas a un exceso de alcohol. Pero existe un informe excepcional.Sin embargo, el Holandés Errante es más que mera leyenda o ficción. A lo largo de los siglos mucha gente afirmó haber visto el espectro de la nave. Uno de los informes más antiguos apareció en 1702 en la Magnalia Christi Americana, historia eclesiástica de Nueva Inglaterra que escribió Cotton Mather, autor prolífico y célebre pastor puritano.

En 1881, una observación del barco del Holandés Errante fue comunicada por el príncipe Jorge de Inglaterra -que después reinó como Jorge V- y por su hermano mayor, el príncipe AIberto Víctor, duque de Clarence... el mismo duque de Clarence que hoy figura entre los sospechosos de haber sido el infame Jack el Destripador.

En el momento de la observación, los príncipes estaban a bordo de otro barco de la flota, el Inconstant, ya que habían sido trasladados allí cuando el Baccante tuvo problemas en el timón. El relato dice: 11 de junio de 1881. A las 4 de la madrugada el «Holandés Errante» cruzó nuestro rumbo.Se ha dicho que el incidente aparecía en el libro de bitácora del Baccante, pero no es así. En cambio, sí aparece en un relato del viaje de los príncipes en ese buque, compilado por John H. Dalton a partir de sus diarios personales, cartas y libros de notas.

Era una extraña luz roja, como la de un buque fantasma, incandescente, y en el centro de esa luz, los mástiles, palos y velas de un bergantín, a 200 m de distancia, se destacaron con fuerte relieve cuando se acercó a nuestra amura de babor.

El vigía del castillo de proa informó que estaba cerca de la amura, donde también lo vio claramente el oficial de guardia desde el puente, como también el guardiamarina del alcázar, que fue enviado inmediatamente al castillo de proa, pero al llegar allí no logró ver vestigios ni señales de ningún barco material, ni cerca ni en el horizonte, pese a que la noche era clara y el mar estaba en calma. En total fue visto por trece personas, pero si se trataba del Van Demien del «Holandés Errante», o qué, no lo sabremos.

El Tourmaline y el Cleopatra, que navegaba a estribor, hicieron señales para preguntar si habíamos visto la extraña luz roja.

A las 10:45, el marinero que esta mañana había avistado al «Holandés Errante» cayó desde las crucetas del mastelerillo de juanete y se hizo trizas. A las 16:15 se efectuaron honras fúnebres y su cadáver fue lanzado al mar. Era un valiente marinero real, y uno de los más prometedores tripulantes del barco, y todos se sienten muy tristes por su pérdida.

En el siguiente puerto, nos encontramos con el almirante, que también se mostró muy disgustado. Alrededor de 13 personas en el Inconstant, además de una cantidad no especificada de personas en el Tourmaline y el Cleopatra, vieron el espectro, aunque si era el Holandés Errante a otro espectro «no lo sabremos», tal como dijeron los príncipes. Pero, tal como afirma la leyenda, la visión acarreó la muerte de una persona.

Una de las fuentes más inesperadas de un informe sobre el barco del Holandés Errante es -según se dijo- Karl Dónitz, comandante en jefe de la flota alemana, y efímero sucesor de Adolf Hitler. Se dice que vio la nave espectral mientras se hallaba en una misión al este de Suez, y que después afirmó que sus hombres preferían enfrentarse con toda la flota aliada antes que vivir nuevamente el horror de ver el barco del Holandés Errante.

El del Holandés no es, por cierto, el único espectro marino. En 1949 se estimaba que había más de 100 casos «bien comprobados» de naves fantasmas que frecuentaban la costa noreste de los Estados Unidos.

El buque fantasma más famoso de los Estados Unidos es, probablemente, el Palatine, que fue tema de un famoso poema de John Greenleaf Whittier. Según la leyenda, en 1752 una tormenta arrojó al Palatine contra las rocas de Block Island, cerca de Rhode Island, y sus restos fueron incendiados por los pescadores; una pasajera quedó atrapada y se quemó viva. Desde entonces, el espectro del barco en llamas ha sido visto en innumerables ocasiones.

Es difícil descartar las pruebas de que algo -se le llama «la luz del Palatine»- ha sido visto con regularidad cerca de la costa. Pero una investigación cuidadosa revela que ningún barco de esas características naufragó jamás en Block Island.

Sin embargo, también se descubrió que 14 años antes, en 1738, el Princess Augusta, que llevaba 350 refugiados del Alto y el Bajo Palatinado, en Alemania, sí naufragó en la costa norte de Block Island en circunstancias similares a las que se atribuían al Palatine; no cabe duda de que éste fue el origen de la leyenda.

Sólo un elemento del destino del Princess Augusta difiere de la leyenda del Palatine: el Princess Augusta se hundió, y no fue incendiado. De modo que si el espectro que se ve con tanta frecuencia cerca de allí es el espectro del Princess Augusta, ¿por qué el buque fantasma aparece en llamas?

Otro barco fantasma bastante conocido es el Goblin, negro y con velas de cruz, del que se dice que es visto con frecuencia por los habitantes de Porthcurno Cove, cerca de St. Leven, en Cornualles (Inglaterra). Este espectro es característico porque se le ve dirigirse a la costa; después de desliza sobre tierra firme, y, finalmente, desaparece.

¿Qué son, entonces, esos buques fantasma, esos espectros del mar? Se les puede aplicar las mismas preguntas, especulaciones y teorías que se refieren a los fantasmas en general. Pero el Holandés Errante se distingue de las historias folklóricas y de fantasmas habituales: ha sido visto muchas, muchísimas veces.

Si el barco no existe, ¿qué fue entonces lo que vieron los príncipes a bordo del Inconstant? Dado que la aparición del Holandés Errante y de su barco parece predecir sólo muertes o desastres, quizá lo más razonable sea no buscar la respuesta con demasiado empeño.

sábado, febrero 20, 2021

El diablo dentro del Lienzo

 


Los andes venezolanos esconden muchas leyendas y sucesos extraños, en cada poblado a lo largo y ancho de la región andina se pueden escuchar muchas historias de mitos, espantos y leyendas, pero sin duda, la del diablo dentro del lienzo es la que más destaca por sobre todas las demás por la naturaleza tan extraña y siniestra que lleva en su aura, es así como su sola mención hace que muchos narradores veteranos se la piensen 2 veces antes de atreverse a contarla por miedo a toparse con el ente protagonista de esta leyenda.

Esta historia se remonta a los años 50’s, luego de finalizada la segunda guerra mundial, las secuelas económicas y sociales persistían en una gran cantidad de países que estuvieron involucrados en la guerra y para nadie era un secreto que Europa estaba en la ruina. Fue así como muchos migrantes europeos escaparon hacia Latinoamérica en busca de una mejor vida y un lugar tranquilo en donde poder vivir, entre estos migrantes se encontraba un pintor francés que no había tenido mucha suerte en su vida como artista. De nombre Jean Pierre – Leaumont, arriba a Caracas un 14 de junio de 1952, pero fue el pequeño pueblo merideño de Santo Domingo su destino final en donde se mudaría 3 años más tarde.

Aquel francés mantenía un contacto mínimo con los pobladores santo dominguenses, pues él no dominaba muy bien el español y se le dificultaba hacer un vínculo con algún pueblerino por cuestiones casi culturales, además de su personalidad introvertida y ataques de locura causados por trastornos productos del estrés vivido en la guerra, Pierre veía la soledad cómo una barrera contra la distracción y el tormento cotidiano. Su morada se hallaba ubicada encima de una colina a unos 50 - 60 minutos en caminata de Santo Domingo, esta era una pequeña cabaña hecha de piedras con un gran solar donde el francés trabajaba en sus obras.

Un día de septiembre, Jean Pierre dentro de su vivienda observa un gran lienzo por horas, lo había comprado hace un par de semanas en el mercado municipal de la ciudad de Mérida pero no sabía que ilustrar en él, la inspiración no le había tocado la puerta por días hasta el momento donde se le viene a la cabeza la idea de representar algo nuevo, él quería marcar un antes y después con su obra, quería hacer lo que otros artistas no habían hecho por temor y miedo, Jean Pierre en un ataque de locura decidió representar a Lucifer.

Al comenzar su representación artística, también comenzaron a suceder cosas extrañas en torno a la obra, dado que, durante las primeras fases se presentaba un sabotaje pues múltiples instrumentos de pintura como pinceles, acuarelas y óleos desaparecían y aparecían en lapsos de días o meses dando paso a ataques de furia y ansiedad para el francés. A él esto le parecía una broma de los jóvenes pueblerinos que aprovechándose de su vulnerabilidad en el idioma y falta de amistades podían molestarlo atacando un tema tan sagrado para él como lo es el arte de pintar.

Para Jean Pierre, la idea del sabotaje se le empezó a disipar de la mente luego de varias semanas cuando ya no eran sólo las desapariciones y reapariciones sus herramientas de trabajo sino también ruidos y voces extrañas a altas horas de la noche, en un principio él culpaba estos sucesos a sus ataques de locura. Al parecer todo se relacionaba de una simple manera: mientras más él avanzaba en la pintura, más cosas raras empezaban a surgir y Jean Pierre, no tardó en darse cuenta de esto.

Don Agustín da un pequeño respiro agregando un detalle importante a la historia:

- ¡Una vez yo conocí a ese señor!

El público de la plaza queda sorprendido, don Agustín decide tomar un poco de agua y prosigue:

-La primera vez que lo vi, él andaba comprando una botella de aguardiente junto con unas temperas y unos cigarros a donde Marta (Nombre de la dueña de la ferretería del pueblo) el francés era alto, callado pero soberbio y esto lo veía siempre en su vestimenta, el vestía muy elegante eso sí… Nada que ver con la apariencia que tenía la última vez que anduvo por Mucuchíes ¡Nooo señor! Ahora él estaba pálido, con muchas ojeras y muy, muy flaco y encorvado. Daba miedo el solo verlo ¡Dios bendito! Y eso fue como hace 60 años imagínense vale… Nunca más supimos de él.

El silencio reina por toda la plaza Bolívar, don Agustín mira el atardecer por varios segundos y continúa con la historia.

Se dice que, en una noche llena de niebla, un gran perro negro baja de los cerros hasta llegar a la vivienda de Jean Pierre, trae consigo una espesa niebla y su presencia hace que las luces de las velas se apaguen dejando a la neblina inundar la cabaña. En la oscuridad absoluta el can se asoma por la ventana despertando al francés quien, entre gritos y sollozos le devuelve la mirada. El perro sentado lo mira fijamente con unos ojos blancos resplandecientes muy brillantes al mismo tiempo que de manera creciente, se empiezan a escuchar voces que mutan en gritos y alaridos exclamando al unísono una sola cosa; Debes terminar el cuadro.

Durante varias semanas la presencia del “perro” se convierte en una visita rutinaria pero cada vez más siniestra para Jean Pierre. En todas las noches donde bajaba la neblina el can llegaba haciendo exactamente lo mismo: sentarse afuera de la cabaña y mirar al francés pintar en el lienzo. Mientras más se adelantaba en el cuadro, más detalles aparecían en la pintura, detalles que el mismo Jean Pierre notaba pero que recordaba no haber hecho, era como si alguien estuviera pintando junto a él. La locura no tardó en llegar a la mente del francés cuando en cada noche se empezaba a levantar angustiado, escuchando desde todos lados voces de aura tétrica y maligna proviniendo de su cuadro a altas horas de la madrugada.

-Matar a él.

-Termíname.

-Tanto pintar y no distraerse hacen al francés un aburrido.

-Maldito.

Eran las frases más recurrentes que él recordaba, no podía hacer nada al respecto, sabía muy bien que ese cuadro era su sentencia de muerte y aunque él quisiera dejarlo a la mitad o simplemente destruirlo por completo, no podía. Jean Pierre sabía que lo estaban viendo, lo estaban vigilando y si se molestaba en hacerle una mínima raya malintencionada al lienzo, las iba a pagar muy caro con algún ser extraño de malévolo carácter.

Las visiones y pesadillas pronto empezaron a reemplazar las voces y las sombras que presenciaba Jean Pierre, la situación se había vuelto un desafío aún mayor para la decadente cordura del pintor, sus sueños le mostraban muertes atroces, lugares hostiles y extraños con una sensación cada vez más abrumadora de una desgracia por venir luego de finalizado el cuadro.

Según cuenta don Agustín, una vez logró hablar por última vez con el francés, su aspecto era el de un muerto andante, Agustín comenta lo siguiente:

Cuando hablé con él la última vez, lo vi asustado y muy agresivo, me había costado mucho sacarle conversación ¿sabes? Da cosa ver a alguien así, entonces él me dijo, que andaba mal, muy mal porque había tenido una pesadilla la noche anterior ¡Dios Santísimo!

En ese momento, Gochín empieza a sollozar tenuemente mientras se acerca a don Agustín, el público se queda de nuevo en silencio y don Agustín, un poco nervioso prosigue…

-Me dijo que, en el mal sueño, se había despertado en su cabaña, y que esta andaba en candela, se estaba quemando junto con el techo de paja y sus pinceles y todos sus utensilios mientras estando inmóvil, él gritaba sintiendo su piel carbonizaba cayéndose a pedazos, pero el cuadro seguía intacto, había ahora algo ilustrado en el que lo miraba sonriente, aquella cosa empezó a salir de la superficie del lienzo de manera muy torpe, me lo describió como una bestia con las patas de un toro, cola de león, pecho de buey y cabeza de cerdo. 

El pánico se apoderó de todo su cuerpo y lo único que hacía era gritar y sollozar mientras, veía cómo la bestia se desplazaba en dos patas hacia él. Lo último que recordó fue una visión de él mismo, estando inmóvil y mirando esta vez hacia su puerta y viendo cómo la bestia había salido del lienzo y ahora convertida en un doble de él mismo, salió de su cabaña para deambular por todo el páramo. Entendió en ese momento que ese sería el destino que le esperaba, como un choque, el último pensamiento que tuvo antes de petrificarse entre tela y óleos era que él jamás había ilustrado a un demonio, sin darse cuenta Pierre-Leamont había creado un portal para que este saliera.

Don Agustín para en seco en ese instante, sus manos le temblaban mientras qué, entre lágrimas y tartamudeando termina el relato comentando una última cosa:

-Cuando lo vi por última vez, un olor a descomposición impregnaba su aura, él me entrega entre varios paños algo en forma de una tabla y con una voz áspera y muy ronca me dice que no lo abra hasta llegar a la casa, que pasara lo que pasara no abriera el paquete hasta llegar a mi destino, me sonríe de manera extraña y desaparece caminando calle abajo. Al llegar a mi casa veo que esa tabla era en realidad un cuadro y dentro de este se veía de fondo una casa en llamas mientras en el medio se encontraba a un hombre agonizando, muy parecido al francés que me obsequió el cuadro el otro día.

sábado, enero 30, 2021

Albert Fish “El vampiro de Brooklyn”

 


Albert Hamilton Fish, también conocido como “El vampiro de Brooklyn”, o “El hombre gris” es recordado como uno de los peores asesinos en serie de la historia.

Su mayor afición, descuartizar y comer niños.

Tras la muerte de su padre, y hasta que su madre pudo hacerse cargo de él, fue enviado a un orfanato donde recibía constantes palizas y vejaciones, incluso sexuales, y en su mente se fue forjando una gran afición por el castigo, se divierte infligiendo dolor a los demás y a él mismo con lindezas como frotarse desnudo con rosas con espinas, prender fuego a bolas de algodón que introduce en su ano y sobre todo se inserta agujas alrededor de los órganos genitales, una radiografía posterior mostró un total de 29 agujas en sus testículos. Fish nació en Washington el 19 de mayo 1870 con el nombre de Hamilton, aunque poco después se lo cambió por Albert, como un hermano fallecido para evitar las burlas de los niños que le llamaban ‘Ham and Eggs’ (Jamón con huevos).

A los 12 años comenzó a mantener relaciones homosexuales y a mostrar gusto por la coprofagia, urofagia, es decir, ingerir excrementos, y a visitar los aseos públicos para masturbarse. En esta etapa comienza su colección de recortes de prensa sobre asesinos en serie y especialmente de caníbales que es con quienes se siente identificado.

Pocos años después ejerce la prostitución en Washington donde viola a un niño.

En 1890, Fish se muda a Nueva York donde comienza a violar sistemáticamente a muchachos jóvenes, casi todos de clase pobre, un crimen que siguió cometiendo incluso después de su matrimonio concertado en 1898 (se casó con una mujer nueve años menor que él y tuvieron seis hijos). Poco después fue arrestado por malversación de fondos y sentenciado a prisión, yendo a la cárcel estatal de Sing Sing en 1903, lugar donde mantuvo relaciones sexuales con distintos hombres.

En 1898 comenzó a trabajar como pintor de casas a lo largo de Estados unidos, pero no dejó de lado su afición, llegando a violar a más de 100 niños, la mayoría menores de 6 años. Además, frecuentaba prostíbulos en los que pagaba por ser azotado.

Entre 1910 y 1924 intentó asesinar a varias personas, la mayoría niños o deficientes mentales, no llegó a consumar ninguno es estos crímenes.

En julio de 1924 intentaría su primer secuestro de una niña de 8 años, pero cuando la niña estaba a punto de irse con él, la madre los sorprendió y Fish huyó.En enero de 1917, su esposa lo abandonó. Fish comenzó a escuchar voces, el mismo decía que seguía las instrucciones de Juan el apóstol.

Pero llega el año 1928 y Fish, con 58 años, asesinó a la primera niña Grace Budd, en un caso que fue ampliamente documentado e investigado por la policía que detuvo a otro hombre por error.

Siete años después, en noviembre de 1934, una carta anónima fue enviada a los padres de la niña lo que condujo a la policía hacia Albert Fish. La madre, al no saber leer, la entregó a su hijo para que la leyera. Su contenido era terrible:

Un chico o chica menores de catorce años no estaban seguros en las calles. Usted podía entrar a cualquier tienda y pedir corte en filete o carne de estofado. La parte del cuerpo desnudo de un chico o chica sería sacada y lo que usted quisiera sería cortado de él. El trasero de un chico o chica la cual es la parte mas dulce del cuerpo era vendida como chuleta de ternera a un precio muy alto. John permaneció ahí durante mucho tiempo adquiriendo gusto por la carne humana.Estimada Señora Budd. 

En 1894 un amigo mío fue enviado como asistente de plataforma en el barco de vapor Tacoma, el Capitán John Davis. Viajaron de San Francisco a Hong Kong, China. Al llegar ahí el y otros dos fueron a tierra y se embriagaron. Cuando regresaron el barco se había marchado. En aquel tiempo había hambruna en China. La carne de cualquier tipo costaba de 1-3 dólares por libra. Así tan grande era el sufrimiento entre lo más pobres que todos los niños menores de 12 años eran vendidos como alimentos en orden de mantener a los demás libres de morir de hambre.

A su regreso a N.Y. robó a dos chicos uno de 7 y uno de 11 años de edad. Los llevó a su casa los despojó y desnudó y los ató a un armario. Entonces quemó todo lo que ellos portaban. Varias veces cada día y cada noche los azotó -los torturó - para hacer su carne buena y tierna. Primero mató al chico de 11 años de edad porque tenía el trasero más gordo y por supuesto una mayor cantidad de carne en el.

Cada parte de su cuerpo fue cocinado y comido excepto la cabeza, huesos e intestinos. Fue asado en el horno (todo su trasero), hervido, asado, frito y estofado. El chico pequeño fue el siguiente y sufrió el mismo destino. En aquel tiempo, yo vivía en la calle 409 E 100 cercana a la derecha. Él me decía frecuentemente cuán buena era la carne humana, que decidí probarla.El domingo 3 de junio de 1928, lo visité en el 406 W 15 de St. Brought usted puso queso y fresas. Almorzamos, Grace se sentó en mi regazo y me besó. Decidí comerla. Con el pretexto de llevarla a una fiesta.

Usted dijo que sí, que ella podría ir. La llevé a una casa vacía en Westchester que yo ya había escogido. Cuando llegamos, le dije que se quedara afuera. Ella recogió flores, subí y me quite mis ropas. Yo sabía que no debía tener sangre en ellas. Cuando todo estuvo listo, me asomé a la ventana y la llamé. Entonces me oculté en un armario hasta que ella estuvo en la habitación.

Cuando ella me vio completamente desnudo comenzó a llorar y a tratar de correr escaleras abajo. La atrapé y me dijo que se lo diría a su mamá. La desnudé. Pateó y me rasguñó. La estrangulé y entonces la corté en pequeños pedazos para poder llevarme la carne a mi habitación. La cociné y comí. Cuan dulce y tierno fue su trasero asado en el horno. Me llevó nueve días comer su cuerpo entero. No la violé como hubiera deseado. Murió virgen

Nadie podía creer que la carta fuera real, sino que era obra de algún sádico que deseaba molestar a los señores Budd, sin embargo el detective King se dio cuenta que algunos detalles de la carta coincidían con los del secuestro de la pequeña Grace Budd además de que la letra coincidía con la del recado recuperado hacía 6 años atrás.

El sobre de la carta aportó una pequeña pero crucial pista. Tenía impreso un pequeño símbolo hexagonal y siglas de una asociación de beneficencia.

El inspector William King, siguió la pista de Fish hasta que consiguió detenerlo y evitó que le agrediera con una navaja.

Su juicio comenzó en marzo de 1935, y Fish alegó locura y que Dios le ordenaba matar y violar a niños, los informes psiquiátricos apuntaban que tenía aficiones como pedofilia y masoquismo, pero no se certificó su locura y el juez ordenó su ejecución a la silla eléctrica.

En el juicio confesó otros asesinatos cometidos así como “un deseo irresistible de comer carne cruda las noches de luna llena, y bailar desnudo bajo la misma”.

En su terrible declaración, también contó con detalle como a un niño de tan solo 4 años le flageló hasta que su sangre corrió por sus piernas, le cortó las orejas, nariz y ojos, le destripó y cogió su sangre para bebérsela, lo desmembró y se preparó un estofado con la parte más tierna.

Cuando el abogado le preguntó la cifra exacta de sus víctimas respondió sonriendo: “Por lo menos 100”.

Tras saber su sentencia declaró: “Yo no soy un demente, solo un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo”.

“Qué alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío, el único que todavía no he experimentado”.

El 16 de enero de 1936 se sentó en la silla eléctrica y sus últimas palabras fueron: “No sé aún por qué estoy aquí”. En la primera descarga, se produjo un cortocircuito porque en su pubis tenía clavado más de 20 alfileres, y tuvieron que aplicarle una segunda descarga mucho más potente para acabar con él.

Solo pudieron acusarlo de 15 crímenes, a pesar de que él dijo que había cometido más de 100, pero el inspector William King siempre creyó que entre asesinatos y violaciones, “el Vampiro de Brooklyn” tenía en su lista negra cerca de 400. Fish se llevó a la tumba el número real.

sábado, enero 09, 2021

Presagios de Muerte

 


Los llamados Presagios de Muerte (Death Omens) conforman una especie de lenguaje hecho de signos y señales que nos permiten, según las leyendas, saber que pronto vamos a morir.

Cada cultura del mundo, no importa cuán diferentes sean entre sí, posee sus propios Presagios de Muerte, que a menudo varían incluso dentro de una misma sociedad. Estos augurios de muerte pueden ser «leídos» en el pergamino de la naturaleza, es decir, interpretados a partir de fenómenos naturales, por ejemplo: sombras, formaciones nubosas y tormentas; pero también a través de sucesos ordinarios.

A estos signos más bien genéricos se añaden otros más personalizados. Por ejemplo, cuando se enciende una vela en el aniversario de la muerte de un ser querido y la cera que se derrama repite la forma de un ataúd; o cuando una silla que cae hacia atrás justo cuando la persona se pone de pie. Ambos pueden ser tomados como Presagios de Muerte.

Los insectos y los animales, especialmente aquellos asociados con la muerte, el inframundo y los espíritus, conforman uno de los Presagios de Muerte más extendidos en el mundo: mirlos, grajos, cuervos, búhos son aves que anuncian la muerte cuando se posan sobre los techos de una casa.

Los pequeños sucesos cotidianos también pueden ser interpretados como señales de muerte:

Relojes que se detienen.

Espejos que se rompen estando colgados en la pared.

Gatos que se sientan en el umbral y se rehúsan a entrar en la casa.

Pájaros que picotean en las ventanas.

Despertar en medio de la noche y oír un llanto (si es que no hay un bebé cerca).

Los llantos ocupan un párrafo aparte en los Presagios de Muerte. Oírlos en medio de la noche, distantes, como traídos por el viento, es señal de que una Banshee está anunciando nuestro deceso.

Pero la naturaleza a menudo lucha contra sus propios presagios. Si en esta casa visitada por pájaros funestos habita un perro, su aullido puede retrasar la fatalidad e incluso conducirla hacia otro sitio. Desde siempre se ha creído que los perros poseen una sensibilidad particular para detectar problemas. Nunca conviene callar a perro que ladra en la noche, en especial si lo hace justo debajo de una ventana. Se cree que estos ladridos tienen como objetivo ahuyentar a la muerte que desea entrar en la casa.

Por el contrario, cuando el perro de la casa empieza a escarbar en el piso de la sala, como si quisiera desenterrar algo debajo de las baldosas, puede tomarse como una terrible señal.

En la Edad Media se creía que si el primer cordero de la temporada era negro, su dueño moriría en el curso de una semana. Esta creencia estaba tan arraigada que las personas lo asumían con total normalidad, poniendo sus cosas en orden y dejando instrucciones a sus deudos.

Resulta lógico deducir que la superstición de los Presagios de Muerte debe tener en cuenta a las personas que de hecho se encuentran agonizando. Y lo hace.

Las personas moribundas, es decir, enfermos al borde de la muerte, e incluso las personas sanas que sufren un fuerte accidente, suelen hablar con seres que solo ellos ven; casi siempre familiares o seres queridos que ya han fallecido. Habitualmente esto es interpretado como un signo de muerte inminente.

Pero las señales de que la muerte se aproxima incluían también algunos fenómenos paranormales típicos, tales como apariciones, carruajes fantasma tirados por caballos negros, imágenes aterradoras sobre espejos rotos, fuegos fatuos, esferas incandescentes, entre otros.

Existen, por suerte, algunos métodos para contrarrestar los Presagios de Muerte; es decir, pequeños actos que funcionan como repelente de la muerte:

1- Colgar los espejos al revés, o sea, con la superficie que refleja sobre la pared, es una vieja fórmula para confundir a la Parca.

2- Detener todos los relojes de la casa justo al mediodía. Si alguien falleció recientemente deben detenerse para que marquen la hora exacta de su muerte.

3- Salir de la casa por una ventana o puerta que no sea la principal.

4- Colocar monedas u objetos de cobre en los cuatro rincones del dormitorio.

Repasemos ahora algunos signos de muerte de manera más específica:

-PRESAGIO MUERTE: ANIMALES

El maullido de un gato negro a medianoche es señal de muerte; también si un gato negro se sienta sobre una persona enferma o bien se acuesta sobre su cama.

Otra señal funesta puede ocurrir si un gato negro atraviesa el camino de una procesión fúnebre: uno de los familiares del muerto fallecerá en poco tiempo.

Si una colmena de abejas se establece en el tronco de un árbol dentro de la propiedad, un miembro de la familia morirá en el curso de un año. Lo mismo ocurre si las abejas se instalan en los techos de la casa.

Un pájaro que logre meterse dentro de la casa es signo de muerte en la familia. Si el ave logra llegar hasta el dormitorio, el fallecimiento se producirá en pocos días.

Algo parecido ocurre con los murciélagos. Si un murciélago se mete en la casa por la ventana y no se lo mata, entonces es señal de muerte.

Si un pájaro golpea contra la ventana, ya sea con el pico, o directamente chocando contra ella, la muerte nos visitará. Este presagio es aún más inminente si se trata de un pichón.

Pasar caminando debajo de un árbol y escuchar el ulular de una lechuza justo encima nuestro, declara que nuestra muerte se producirá dentro de ese mismo año.

El propio Chaucer, autor de los Cuentos de Canterbury (The Canterbury Tales), alerta que «las lechuzas traen noticias de muerte» (The owl brings tidings of death); algo que el emperador romano Antonino Pío podría certificar por experiencia propia. Se dice que justo antes de su muerte las habitaciones imperiales se vieron infestadas de chismosas lechuzas.

Ver seis pájaros juntos sobre los cables eléctricos es un signo realmente fatal, lo mismo que ver dos parejas de palomas en dos ramas distintas de un mismo árbol.

En la Edad Media los Presagios de Muerte mediante animales alcanzaron un grado de complejidad realmente asombroso.

Por ejemplo, ver un gorrión muerto cerca de casa anunciaba el próximo nacimiento de un hijo varón y el fallecimiento de una hija; un pájaro carpintero talando un árbol cercano presagiaba la muerte del más anciano del hogar; y hasta el uso indebido de las plumas de un pavo real podía acarrear mensajes verdaderamente espantosos.

Ver ratas abandonando la casa en grupo es un presagio de muerte; lo mismo que si un ratón pasa corriendo por encima de nuestro pie.

No solo los animales de color negro emiten signos negativos. Los conejos blancos que se cruzan en nuestro camino también son mala señal, al igual que verlos en medio de la noche. Lo mismo que soñar con un caballo blanco pronostica que la muerte llegará en menos de una semana.

-PRESAGIOS DE MUERTE: PLANTAS Y ÁRBOLES

Mucho cuidado con las rosas que florecen dentro del hogar. Son signo claro de muerte. Si muere un árbol que nosotros mismos plantamos es señal de que moriremos pronto. Nunca, bajo ningún concepto, se deben trasplantar un árbol. Se cree que cuando sus raíces alcancen la profundidad óptima para la tumba, entonces será nuestro fin.

En general, todos los árboles frutales que florecen antes de tiempo son tomados como un presagio funesto.

-PRESAGIOS DE MUERTE: OBJETOS DEL HOGAR

Romper un plato de cristal cuando no hay nadie cerca es señal de que un miembro de la familia fallecerá pronto. Algo similar ocurre cuando se rompe un vaso durante un brindis. La ropa negra que se utilizó durante un luto no puede volver a usarse. Hacerlo acarrea la muerte. Lo mismo sucede con las ropas negras de alguien que falleció.

A tener cuidado con la borra del café que queda en el fondo de la taza. Si encontramos la forma de un ataúd estamos en serios problemas. También debemos estar atentos a cualquier rajadura o rotura del primer escalón de una escalera dentro de la casa. Otra que hay que evitar para no provocar un presagio de muerte es colocar tres lámparas sobre una misma mesa.

El pan que horneamos en casa también emite signos implacables. Si la parte superior se abre por completo podemos estar seguros de que alguien querido morirá pronto. A propósito de las comidas, nunca se debe ingerir alimento a la medianoche; de modo que, a calcular que nuestros refrigerios nocturnos sean consumidos antes o después de las 12 de la noche.

Todos conocen la superstición de que al abrir un paraguas en el interior de la casa atraemos mala suerte. Lo que pocos saben es que sostener ese mismo paraguas abierto en el hogar sobre la cabeza es una invitación a la muerte. Los retratos que caen de la pared son un mal presagio, sobre todo para los que aparecen en la fotografía.

Los espejos rotos traen siete años de mala suerte, todos los saben. Una superstición menos conocida es permitir que un bebé de menos de año de edad se mire en el espejo.Y a propósito de los más pequeños, cuidado con cortarles las uñas antes de que cumplan cuatro meses.

-PRESAGIOS DE MUERTE: SIGNOS CLIMÁTICOS

Antiguamente se creía que los bebés nacidos durante el paso de un cometa fallecen prematuramente. Ver estrellas fugaces trae buena suerte, pero observarlas desapareciendo detrás del techo de casa acarrea justamente lo contrario.

Lo mismo ocurre si un arcoiris se pierde detrás de la silueta de casa.

-PRESAGIOS DE MUERTE: IGLESIAS Y CEMENTERIOS

Si llueve sobre una tumba abierta, o que aún no ha terminado de cubrirse, es señal de que otro miembro de la familia fallecerá en el curso de un año.

Nunca se debe rezar por alguien enfermo si estamos solos en una iglesia. Si un cadáver atraviesa el día domingo sin ser enterrado podemos esperar otra muerte en pocos días. Si las campanas de la iglesia suenan durante el sermón, alguien de la congregación morirá esa noche. Las novias deben tener un particular cuidado con sus vestidos. Mancharlos con la más pequeña gota de sangre es una invitación a la muerte.

-PRESAGIOS DE MUERTE: SUEÑOS

Soñar con dientes que se caen es señal de muerte. Soñar que ayudas a vestir a alguien también es signo de fallecimiento. Soñar con animales blancos, especialmente caballos y cisnes, presagia una muerte súbita en la familia. Soñar que se camina bajo la lluvia, con dos lunas, ataúdes o zapatos viejos, también nos alerta sobre una muerte inminente.

sábado, diciembre 12, 2020

Noche de Terror

 


Conducía muy tranquilo y alegre por la carretera Sur, rumbo a San Gregorio, pueblito simpático enmarcado al interior de la cordillera. Cantaba porque todo me había resultado bien en el transporte de carga; mi camión corría a las mil maravillas por los caminos hermosos del sur de Chile.

Este último viaje que estaba realizando significaba que estaría libre por muchos días, lo suficiente para estar con la familia, salir con los niños, hacerle cariñitos a la patrona, tú me entiendes.

Cantaba cuando... ¡Bum!, algo había pasado, el neumático delantero reventó, ¡Dios! Apenas pude controlar la dirección. Lo cambié y seguí mi viaje, todo iba muy bien, cuando ¡Bum!, ¡No puede ser! Ahora sí que estoy jodido, no tengo repuesto. ¿Qué haré? Pensaba rápidamente, no podía quedarme en la carretera. Remotamente me acordaba de un caserío que me habían dicho que quedaba por estos lados. Busqué y rebusqué por largas horas hasta que di con el lugar.

Me ubiqué con el camión a la entrada de este pueblucho de mal aspecto. Comencé a caminar con cautela, era un desconocido, afortunadamente no habían perros, me pareció rarísimo no ver ningún perro o gato en el camino.

No encontré gente para conversar, pero sí una cantina o lugar semejante. Entré dispuesto a relacionarme con alguien que me ayudara. Eran gente fuera de lo común, de aspecto raro, poco comunicativa, que fastidio, no pude sacarles nada. Respondían con monosílabos.

Comenzaba a irritarme, decidí irme como pudiera, pero empezaba a anochecer. Encontré al dependiente del local y me pareció que podría lograr algo con él, tenía buen aspecto, tipo bonachón, simpático.

- ¡Hola, amigo, que tal! Necesito que me saque de un problema.

- Dígame no más, haré lo posible, contestó.

Le expliqué todo lo acontecido.

- Tenía que solucionarlo pronto, le dije.

Hoy por la noche no se puede, tiene que arreglárselas mañana, acá no hay locales de reparación.

- ¿Dónde puedo dormir?

Si tiene amistad puede dormir en alguna casa, no hay hoteles ni cosa parecida, la gente que está en el negocio se queda toda la noche y yo tengo que atenderla.

¡Mierda! Gente estúpida, no he conseguido sacarle nada.

Salí, dispuesto a dormir en el vehículo, me estaba acomodando en él cuando llegó otro carro tocando la bocina, algo pasaba y no me importaba, estaba abrumado con mis cosas, me dormí pensando en el mañana.

¡Rayos! Algo pasaba, todo estaba oscuro, negro, no se veía nada. Busqué mi linterna y enfoqué el lugar donde alguien gritaba desaforadamente. Estaban golpeando a una persona, la tenían entre varios y la sangre corría por el cuerpo de la victima, ¡Dios mío! Se la estaban comiendo, sangre por todas partes, chorreando por la boca sedienta de individuos brutales comiendo como animales.

¿Quiénes eran estos monstruos? ¿Cómo podían ser capaces de hacer algo así?

Y yo en medio de esta carnicería. Con lo aterrado que estaba no atinaba a nada, ya no podía hacer nada por ayudar, todo estaba concluido. Empecé a buscar como defenderme, todo podía suceder. La llave inglesa, la llave rueda, destornilladores, ¡Maldición! Nada contundente, mi navaja podría servir.

Eché a andar el vehículo, tenía que largarme, los focos me indicaban el camino. Los desgraciados me habían destrozado los neumáticos y estaban apareciendo por todas partes, las luces me indicaban su presencia, estaba rodeado. Sudaba por todas partes, el miedo me invadía. Una piedra destrozó el parabrisas y una mano apareció tratando de agarrarme, era el cantinero que mandaba esa manada hambrienta; le corté el brazo con mi navaja y la sangre saltó por todas partes.

Ni los perros rabiosos y hambrientos podían igualarse a estas bestias humanas, sacaron al cantinero que gritaba de dolor, se lo llevaron entre todos. Se lo llevaban no para protegerlo o ayudarlo, se lo estaban comiendo también.

La locura me invadió, eché a andar el vehículo, lo enfilé hacia sus malditas casas. El camión es grande y pesado, lleno de carga. Gritando eché abajo la maldita cantina con todo lo que se interponía en mi camino; los neumáticos que estaban aún buenos me respondían satisfactoriamente. Mientras los energúmenos se satisfacían con su victima bajé y saqué un bidón con gasolina, la esparcí por las casas y le prendí fuego.

Todo era terrorífico, las llamas iluminaban la escena canivalesca. Lancé el camión dispuesto a eliminar esta lacra, estaba eufórico, ya nada me detenía, los cuerpos saltaban por el aire, atropellados, machacados. No me seguían, estaban atareados con los cuerpos de sus compañeros, salí de ese lugar maldito y llegué nuevamente a la carretera.

Seguí durante horas como pude con el camión, hasta que la fatiga me venció y el sueño vino a reconfortarme de la pesadilla sufrida. Desperté asustado, mirando a todos lados, la visión fantasmagórica estaba presente en mí. Me calmé, la alegría afloró cuando vi pasar vehículos en todas direcciones.

Marqué mi casa con mi celular, temblando de emoción.

- Jocelyne, estoy en camino, he tenido unos problemitas, pero los estoy solucionando.

- ¿Qué problemas? Marco, dime donde estás.

- En San Gregorio, problemas de neumáticos, tú sabes.

Más tranquilo instalé mi CD favorito y quedé escuchando la música mientras esperaba que vinieran a cambiarme los neumáticos, canturreaba nerviosamente mientras pasaba el tiempo lentamente. Me incorporé tratando de escuchar el ruido de motores que se acercaban.

- Parece que llegan con los repuestos, me dije interiormente, aliviado por la tensión sufrida.

Ya era hora de salir de este maldito lugar.

Saludé alegremente la llegada de los mecánicos, que al acercarse me respondieron con un gruñido; esperé pacientemente que terminaran su trabajo.

¿Qué pasaba ahora?

El camión se movía violentamente amenazando volcarse y yo en la cabina tratando de salir lo más rápido posible. Sentí un fuerte golpe y un horrible tirón; salí despedido por la puerta, con todo hacia afuera.

Grité, un miedo espeluznante me invadía. Nadie me escuchaba, estaban zamarreándome y tirando de todos lados...

¡Papá, papá! ¿Qué te pasa? ¡Despierta!

Estaba llorando, mirando para todos lados. Me abracé con mi hija tratando de hilvanar palabras para decirle que mi viaje afortunadamente había terminado.

domingo, noviembre 22, 2020

Huesos inquietos

 


Sea un pueblo o una ciudad, en todo asentamiento humano hay leyendas urbanas. Estas leyendas suelen girar en torno a cosas que todos conocemos, con las que hemos tenido contacto muchas veces durante nuestras vidas. Aunque su origen sea el mismo, las «subleyendas», creadas a partir de la original, eventualmente pierden la poca veracidad que puedan tener. Sinceramente, ¿quién tiene miedo de algo cuya historia cambia totalmente con tan sólo desplazarte unos cuantos kilómetros? y ¿cómo puedes sentir «respeto» a algo en lo que no crees en absoluto?

Aún así, siempre hay excepciones. Siempre nuestras vidas. Aunque su origen sea el mismo, las «subleyendas», creadas a partir de la original, eventualmente pierden la poca veracidad que puedan tener. Sinceramente, ¿quién tiene miedo de algo cuya historia cambia totalmente con tan sólo desplazarte unos cuantos kilómetros? y ¿cómo puedes sentir «respeto» a algo en lo que no crees en absoluto?

En todo lugar existe gente de la noche. Por supuesto, nos referimos a cualquiera que mora a altas horas de la madrugada, como prostitutas, gente de negocios turbios, jóvenes que se han propuesto no dormir o simplemente quienes trabajan cuando cae la oscuridad. Mucha gente al compartir un espacio de tiempo tan fijo y característico como lo es la noche empieza a entender cómo funcionan las cosas. Seguro que más de uno sabe a qué horas no debes pasar por un lugar, a riesgo de ser atracado o verte envuelto en algo que definitivamente no te interesa.

La noche es un mundo tan completo que ahí tampoco faltan historias, leyendas, relatos de lo que le pasó a la amiga de un conocido. La mayoría no son más que mentiras, evidentemente. Bulos que toman más y más tamaño y complejidad. Aunque, como ya se ha dicho, siempre hay excepciones.

Esta es la única historia que oirás un millón de veces de la misma forma. Nada, fuera de la persona que lo sufriera en sus carnes, cambia; y da igual que bajes a preguntar a la calle, porque siempre te contarán lo mismo:

Es de noche, quizá la una, dos o tres de la madrugada. Acabas de terminar cualquier asunto que tuvieras (el trabajo, una noche de copas…) y quieres volver a tu casa. Estás cansado, hace frío y hay niebla; una niebla casi sólida. Puedes ver las siluetas de los edificios a lo lejos, pero no mucho más.

Te frotas las manos y las metes en los bolsillos. Estás solo, pues, ¿quién iba a salir con este frío y esta niebla? Además, el silencio es mortal. No se mueve nada, y lo único que oyes son tus pasos. De momento.

Llegas a esa calle. Sí, esa calle o callejón largo que no tuerce en ningún momento y que se extiende indefinidamente. Está iluminado, bien, pero no ayuda con la cantidad de niebla que hay. Tú te pones a caminar sin pensarlo mucho, porque este es un lugar tranquilo, ¿no?

Intentas distraerte. Escuchando música, tarareando, contando las baldosas. Te distraes, hasta cierto punto.

Paras y miras a tu alrededor, ¿qué fue eso? Lo que escuchaste era un sonido extraño que rompió tu concentración. No hay nada detrás, ni nada a los lados. Quizá un animal…

Sigues tarareando, pero, en efecto, lo vuelves a oír, y te vuelves a girar y buscar de dónde proviene el sonido, por pura curiosidad. Y vuelves a fallar en descubrirlo. En cierto modo decepcionado, sigues caminando.

Esta vez lo oyes más cerca; lo aprecias, porque realmente parece que suena más cerca. Pero lo ignoras, y de repente el tramo parece alargarse. No tardabas tanto en recorrerlo, piensas.

¿Qué es ese sonido? A la siguiente vez lo crees identificar: es un castañeteo que sonó incluso más cerca ahora. Es un castañeteo, ese sonido que hace la gente con los dientes cuando siente verdadero frío. Estás incómodo, muy incómodo. Aceleras el paso; extrañamente, el sonido no desiste, sino que te acompaña, como si estuviese detrás de ti. Siguiéndote.

No te quieres girar. Sólo pones un pie delante de otro esperando llegar a un sitio donde haya alguien más, donde haya algún sonido además de ese castañeteo, que es cada vez más fuerte, y más y más. Es obvio que te está provocando, como invitándote a desviar los ojos del camino. Espero que no lo hagas.

Generalmente, si lo ignoras y llegas al final de la calle sin correr, te librarás. Será un mal rato, pero no te pasará nada. Por eso, NO DEBES hacerle caso; se alimenta de tu atención, y cuanta más le prestes más poder tendrá. Sólo una nota: si llegas a sentir un dedo tocándote la nuca, un dedo frío y seco, no grites, por lo que más quieras. No te contengas más y empieza a correr todo lo que puedas hasta el final de la calle. Es arriesgado, pero mejor que nada.

La gente que ha sufrido este acoso nunca vio qué les perseguía. Los que lo sepan… o ya no están entre nosotros, o no se atreven a decirlo.

sábado, octubre 31, 2020

Un Lugar Extraño

 


Tomas y Katerina eran un matrimonio de bien y trabajo, que contaba con la bendición de tener dos hermosas niñas. Un día tuvieron una cena importante de trabajo, en uno de los restoranes más costosos de la ciudad. Esta cena implicaba un ascenso en la carrera laboral de Tomas, por lo tanto no podían ausentarse. Esta pareja casi perfecta, no dejaba nunca a solas a sus dos hijas, pero aquella ocasión era distinta -debían hacerlo- .

Se habían mudado hace unos días a un vecindario normal de gente de trabajo y donde los niños podían jugar libremente en las calles y nada les sucedería. Pese a vivir en un lugar de extrema tranquilidad no se relacionaban mucho con los vecinos, sólo habían hecho un poco de amistad con una mujer que vivía al lado de ellos, de la cual no sabían mucho pero que veían constantemente. Esta mujer hacía notar a leguas que era de intenciones bondadosas.

La noche de la cena había llegado y Tomas trató de contactar una niñera, pero no dio resultado; la mayoría estaban ocupadas. En varios intentos por no dejar a solas a sus dos hijas trató de contactar a sus familiares más cercanos, para ver la opción de que cuidasen a las pequeñas de cinco y siete años. Pero para la desgracia de la pareja no pudieron contactar a nadie, parecía ser que aquella noche irradiaba aires ominosos.

Katerina se cansó de la situación y convenció a Tomas para ir a pedirle ayuda a su vecina aledaña que era la única que podría cuidar a sus hijas. Tomas accedió a lo que le dijo su esposa y se dirigieron a la casa de al lado para pedirle el favor de que cuidase a las niñas.

Una vez que estaban en la casa de la vecina, Tomas notó algo extraño en aquel hogar. La puerta estaba a medio abrir, pese a que eran días de verano y un vecindario tranquilo, nadie se confiaba tanto. Pero él estaba seguro que aquella mujer era de las confiadas, y que después se lamentaban. Katerina propició algunos golpecillos a la puerta para llamar a su vecina, pero nadie contestó. Hasta que sin previo aviso un hombre de aspecto angelical y de extremada belleza los atendió.

-Hola-les dijo.

Tomas habló, sintiendo celos notable por la mirada de su esposa a aquel hombre.

-Hola

-¿Qué desean?-les preguntó el hombre.

-¿Está Sheila en casa?

-No. Ella tuvo que salir urgente al hospital. Su madre enfermó.

-Cuanto lo siento-demostró sus respetos, Tomas.

-No hay problema. Yo soy su esposo. Los ayudaré en lo que necesiten.

Katerina seguía mirando a aquel hombre estupefacta por su belleza.

-Bueno, no te molestamos más-dijo Tomas.

-No hay problema…

-Adiós.

-Espera… ¿acaso necesitaban algo? Quizá pueda ayudar. Te lo repito.

-No lo creo…

-Sólo dime, quizá puedo serles de ayuda. Insisto.

-Mira… necesitamos que alguien cuide a nuestras hijas. Nos ausentaremos esta noche y no queremos dejarlas solas.

-Te entiendo… hay muchos dementes sueltos por ahí.

-Parece que vamos por el mismo lado.

-¿Quieres que las cuide? Sheila volverá pronto.

-¿No, tienes problema?

-Claro que no-le dijo el hombre de proporciones deslumbrantes.

Tomas no era de confiarle a nadie, pero aquel hombre emanaba superioridad y confianza, era como un ángel.

-Está bien. Ya mismo te traeremos a nuestras pequeñas.

Katerina susurraba pero no lograba hablar nada, era como si estuviese hipnotizada con la belleza de aquel hombre.

La pareja fue presurosamente hasta su hogar, y le llevaron las niñas al esposo de Sheila. Para que se quedase de niñero por toda la noche.
Cuando ya tenían a sus dos pequeñas en la puerta del amable vecino, el hombre les dijo algo más aliviador que nunca.

-¿Quieren que las cuide en su hogar?-les preguntó con respeto.

-Sería genial-le dijo Katerina.

Tomas asintió y se tranquilizó aún más por esta noticia. Era mucho mejor que cuidasen a sus pequeñas en su hogar, dado que a la vez cuidaría las cosas materiales de la pareja.

-¿Dejarás solo tu hogar?- le preguntó Tomas.

-No hay problema. Sheila llegará en breve y estaré mirando cada tanto.

-¡Genial!-exclamó Tomas.

Estaba tan contento por haber solucionado todo, que ya nada les podría fallar. Después de terminar con aquel problema, se retiraron y despidieron de las dos niñas y de su niñero, el esposo de Sheila la vecina amable que conocían hace poco tiempo.

La noche estaba a punto de terminar para la exitosa pareja, todo le había salido bien a Tomas y el nuevo ascenso en su trabajo era algo seguro. La cena había sido un éxito y ya estaba por finalizar la reunión a la que habían concurrido. Tomas pidió permiso para ir al baño y decidió llamar a su vecina para ver si todo marchaba bien con las niñas. Calculó que ella ya había llegado, puesto que su conyugue les había dicho que no tardaría. Una vez que pudo comunicarse la saludó e intentó hablar con ella, en el fondo de la charla telefónica se escuchaba música fuerte como si Sheila estuviese en un fiesta-algo que preocupó mucho a Tomas-.

-Hola. Sheila-le dijo Tomas.

-¿Sí?

-Soy Tomas tu vecino.

-No te escucho saldré afuera.

Tomas se preguntó a él mismo -¿afuera?-. Acaso no estaba en un silencioso hospital o en su hogar con las niñas.

-Ahora te oigo ¿quién eres?

-Soy Tomas.

-Hola Tomas… ¿qué necesitas a estas horas?

-¿Cómo va todo con las chicas?-le preguntó Tomas.

-Bien, están todas muy borrachas.

Se oyó una risa después de aquellas palabras.

-¿Cómo, le diste alcohol a nuestras hijas?-le preguntó furioso.

-¿De qué me estás hablando?

-¿Estás con nuestras hijas, no es cierto?

-Tomas ¿estás loco? Estoy en una fiesta, lejos de la ciudad.

-Pero… tu marido dijo que estabas en el hospital y que volverías pronto.

Sheila se quedó callada y le respondió preocupada, casi llorando.

-¿Marido?-preguntó con voz trémula.

-Sí-Tomas afirmó su punto.

-Yo. No tengo marido Tomas…

-¿Qué?-exclamó Tomas.

-¿Qué mierda sucede Tomas?-le preguntó su vecina sollozando.

-Fuimos a tu casa y nos atendió un hombre que dijo ser tu esposo.

Sheila lanzó un grito y lloró desesperada, para luego hablarle.

-¡Tomas! Llama rápido a la policía.

-¿Por qué?

-Porque yo no tengo marido-los llantos que se oían detrás del teléfono eran horribles.

Cuando la policía llegó al lugar de los hechos ya era demasiado tarde. La escena del crimen había nacido en la casa de Sheila. Las dos niñas se encontraban descuartizadas y con indicios de violación. Aquel lugar era el verdadero infierno y el maldito que decía ser marido de Sheila era un asesino en serie que violaba y mataba niñas, para luego robar las casas en las que se quedaba como niñero. Su apariencia de ángel engañaba a más de un ingenuo y Tomas junto a su esposa habían caído una vez más, en las manos del demonio vestido de ángel.